Metí el latón en su corral y con una manguera comencé a llenarlo de agua, mientras ellos miraban curiosos y desconfiados el nuevo objeto extraño…

Para que pudieran subir hasta él, puse un bloque y una tabla a modo de rampa. El latón ya estaba bien lleno...
Los patos algo desconfiados, se acercaron al rato y comenzaron a beber. Muy bien!, al menos ya habían descubierto que allí había agua.
Luego, como estaba cortando algunos yuyos, cuando encontraba un caracolito, lo tiraba para el latón. Qué buena idea tuve, porque cuando había 3 o 4 caracoles, los patos se acercaron, asomaron la cabeza y comenzaron a sacar del agua los caracoles y comérselos. Los zarandean hasta que les quitan la caparazón, que desechan. A menos que sean caracoles muy chiquitos y se los engullen enteritos.
Así que allá salimos a juntar caracoles del jardín, entre los troncos, ramas y hojas. Juntamos un montón.
Entré al corral y puse todos los caracoles en el agua del latón. Salí de allí… y los patitos ¡qué banquete cuando los descubrieran!!
Cuando salí de allí y los dejé solos…. comenzaron entusiasmados a dar vueltas alrededor del recipiente “pescado caracoles”.
Dando vueltas, uno logró treparse a la tabla que les puse para que treparan y por fin ya en el borde, se animó y Pluf! Al agua pato!. Qué contento cuando se vio nadando en agua profunda... ahí se lo pudo observar, como realmente se comportan en la naturaleza, metiendo cabeza y cuello dentro del agua para “pescar” los caracolitos que estaban en el fondo. Y moviendo las patitas para impulsarse sobre el agua. Este fue Hugo, Paquita seguía dando vueltas alrededor del latón, con las patas en la tierra, tratando de alcanzar algún caracol.
Al mediodía, cuando fui a alimentar a Bongo y Duque y a cambiarlos de lugar, los patitos que estaban descansando, se espabilaron y cuando quise acordar, Hugo ya estaba nadando nuevamente. Estuvo como 15 minutos, hasta que Paquita, tanto dar vueltas, logró treparse a un ladrillo (puse 3 alrededor del latón para que les fuera más fácil subir) y haciendo fuerza con su pancita….. ¡pluf! Logró meterse al agua. Entonces Hugo salió con un caracol en el pico, dejándole el lugar a Paquita, quien parecía loca de contenta, movía la cola, batía las alas, chapoteaba contentísima de haber logrado entrar y estar allí nadando… Al rato de un saltito salió y se reunió en la montaña de tierra con su amigo.
¡Qué lindo es tener patos de mascotas!!